El domingo 15 de marzo de 2015 lo recordaré toda la vida. Otro «running day» que se merece un post en este rincón de recuerdos.
El ser cliente de Zurich me permite cada año participar gratis en la Maratón de mi ciudad. ¿Quién hubiera pensado que con un seguro de una casa se podría correr una Maratón? Pues ya es el tercer año que disfruto de esta suerte (en 2012 desconocía la ventaja). Lo cierto es que sin esta «oferta» igual pensaría en otras carreras como la Maratón de la Coruña (Coruña42), que me hace mucha ilusión correr algún día.
Pues si, después de la TCS New York City Maratón ya nos preparamos el calendario pensando en este día. Cuatro medias maratones: Vilanova, Sitges, Granollers y El Prat y con mejor marca en esta última (1:36:53). Entremedio muy buenos entrenamientos con Víctor y tiradas de todo tipo, pero sobretodo centradas en series y cargas. Mirando hacia atrás, no ha sido una preparación muy típica, pero si muy intensa y fallando muy poco. Quizás este es uno de mis fuertes: la perseverancia, pensar en el medio plazo, no fallar en la «última milla».
Durante la última semana creo que lo he acertado con la preparación, la dieta y sobretodo el descanso y dormir bien. Las sensaciones han sido muy buenas durante estos días y todo estaba «preparado». Aún y así, el sábado 14 por la tarde ya empecé con los nervios propios de la carrera. Porque aunque sea la sexta Maratón, nunca dejas de tener esas inquietudes. 42,195 son muchos kilómetros y nunca sabes qué va a pasar o qué va a pasarte.
Y sonó el despertador a las 6:25. Como siempre, un desayuno 2 horas antes a base de un bocadillo de fuet, un plátano, un vaso de zumo y un café solo Arpegio. Una vez más, una ducha para acabar de activar el cuerpo y con la moto directo a la salida en la Fira de Barcelona.
Es bonito acercarte en moto y charlar con el resto de locos/runners en los semáforos (incluso con el frío que hacía). En uno en concreto, un Ironman me dijo: «Hoy, a tope, no hay excusas». Os puedo asegurar que recordé la frase en el km 25.
Al dejar la moto ya tuve buenas sensaciones, el frío justo y la ropa cómoda como nunca. Poco a poco fui acercándome al cajón de salida (el azul de la segunda salida) y allí me quedé, casi sin calentar. El día soleado, el fresquete y el gran ambiente hace que te emociones y más cuando, después del disparo inicial, empieza a sonar «Barcelona» de Mercury y Caballé. Al estilo New York, New York … en ese frío intenso en Staten Island del pasado 2 de noviembre ;-).
Al iniciar la carrera (ya con mucha gente en Plaza España y en el Carrer de Sants), empiezo a detectar que me encuentro muy bien y voy mirando el crono para ir un poco mejor con respecto al objetivo. Al llegar a la primera subida (la del Camp Nou) certifico que tengo fuerzas, no hay dolores y puedo seguir a ese ritmo.
En esos momentos, sobre el km 9 me adelanta un corredor parácticamente desnudo con el bañador de «Borat» y mi cabeza «se gira» y pienso: ¿Qué pasa si me aburro hoy?.
Por suerte me desaparece tal y como viene y continuo muy bien hasta Passeig de Gràcia. Allí me esperan los peques, Anita y María y me animan mucho. Voy por delante de la liebre de 3:30 cosa que hace sorprender a Anita.
A partir de aquí ya pienso en llegar al paso por la Media Maratón igual de bien y voy corriendo los km muy a gusto. La anécdota salta cuando un impaciente quiere cruzar la carrera y literalmente chocamos. Por suerte consigo no caerme y lo «expulso». Recupero ritmo e incluso tomo un poco del primer gel, pero me resbala y me quedo sin. Apuesto por «sólo agua» y esto me hace mantener el estómago sin problemas. Me acerco al temido muro, en la Diagonal, pero la ayuda de Mireia y de Santafé&family hacen que lo salte sin problemas. En el km 25 me doy cuenta que lo voy a conseguir, que era ese día o nunca ¡no excusas!. Paso por el km 30 como nunca y aguanto el ritmo durante toda la zona del litoral, donde el sol empieza a apretar.
En el km 34 tengo un primer bajón, pero todo «mi team» consigue reanimarme y sacarme una gran sonrisa:
A partir de aquí ya pienso en la Meta sea como sea. El paso por el Arc del Triomf y hasta que no llegas al km 38 (el agua delante de la Catedral) es muy duro. Del 38 al 40 recuerdo un ritmo mucho más bajo y una lucha mental para no pensar en lo que no funciona, que a esas alturas de la carrera, os puedo asegurar que pueden ser varias cosas.
Al ver el Parel·lel me animo e intento apretar un poco y es cuando, por sorpresa, tengo por primera vez unas rampas en los isquios. Tengo que estirar durante algunos segundos y continuar como sea. Al final, ya viendo a mis peques que me esperan, me da otro calambrazo que hace que tenga que ponerme la pernera a modo de compresor para evitar que «se suban» los isquios. Me viene a la cabeza la frase: «El sufrimiento es momentáneo, la gloria es eterna» … y pa’lante.
Por fin, recojo a Pablo y voy directo a la meta con el objetivo de bajar de 3:30 a tiro. Al conseguirlo (3:29:22), rompo a llorar un buen rato hasta el punto que la Cruz Roja me pregunta por mi estado, a lo que yo respondo: «¡Todo bien! ¡Muy muy contento! ¡Lo hicimos!»
En esos momentos me duele todo, especialmente el pie izquierdo y el hombro derecho que hacen que no pueda levantar el brazo (lo recupero al cabo de 1 hora). Pero todo vale la pena y recojo la medalla con ganas y con la satisfacción de haber logrado algo grande.
Al cabo de poco rato nos encontramos con Anita, Nico y María y me fundo en un fuerte abrazo con todos y Nico diciendo: «¡Papi eres un crack!». Vuelve a salir la emoción. Me acuerdo de la primera Maratón en Barcelona, hace 3 años. En 2012 quería los 3:30, pero esta carrera es muy larga, no la conocía y todavía queda mucho por aprender.
Esta ha sido sin duda la mejor Maratón que he corrido, pero tengo de momento la suerte de haberlas disfrutado todas, cada una con sus circunstancias y sus eventualidades y, como me dijo el Ironman, hoy era el día para conseguir el reto que me marqué hace 3 años: correr por debajo de 5 min/km esta gran distancia.
Ahora, con la llegada del buen tiempo, vuelvo al trail. Resucito mi lado «barrilete cósmico» y me lanzo a repetir, si todo va bien, la Marató del Cap de Creus, pero esto es otro capítulo que ya vendrá :-).
Gracias a Anita por su apoyo diario. A los peques. A mi cuñaaaaaa María. A la family por animarme a seguir, con cabeza y «enteniment». A Víctor por entrenar mi musculatura de forma divertida y dinámica y, en general, a todos los amigos y amigas que me animáis, me hacéis «likes», comentarios … ¡e incluso a alguno que se atreve a correr conmigo! Cosa que me encanta.
¡Muchas gracias!
Btw, aquí os dejo los tiempos de paso. Queda feo que lo diga, pero son «de libro» 🙂
#vamos #run4