Ultratrail Menorca Camí de Cavalls 2021 (TMCS 85 km.)

Vuelvo al blog, el motivo lo vale.

A pocas horas de cumplirse una semana de la salida de mi super reto de cruzar la Isla de Menorca, me decido a escribir la sensaciones de esta aventura. Sí, una semana después, porque para mi este hito ha sido de tal calibre que me sirve la metáfora de la copa de champagne: «una vez servido, deja que baje la espuma para degustarlo, pero no tardes mucho, que se calienta». Pues dicho esto, es después de esta primera semana post-reto cuando ya me veo capaz de estructurar un «relato». Espero que os guste.

¡Lo hicimos Anita, lo hicimos!

Entre llantos de emoción y ultra cansancio esta frase es la que le le dije a mi mujer al atravesar las típicas puertas del Camí de Cavalls, como último paso para atravesar la meta. Si ella, no lo hubiera conseguido. De hecho, es gracias a ella que me «empujó» a realizar este reto (que ya llevaba pensando hace unos años) y quien ha sido la principal supporter el día de la carrera, pero sobretodo los 5 meses de preparación. Gracias por tu paciencia, apoyo y determinación. Esta TMCS es también tuya.

Pues así es como se inició esta aventura. Paralelamente a tiempos de cambios de retos profesionales, me inscribí a esta mítica carrera de ultratrail. Las dudas iniciales sobre qué distancia realizar (100 km. del Camí Nord o 85 km. del Camí Sud), porque nunca me planteé la vuelta entera a la isla de Menorca (185 km.); se disiparon cuando la salida de la de 100 km. era a la 1h. de la madrugada. Decidí entonces ir hacia el sud, cuya carrera se inciaba a una hora «un poco más prudente», las 6:30 h. del sábado 22 de mayo de 2021. De esta forma ya evitaba correr por la noche más de la mitad de la carrera, es decir, un punto de entreno menos. Y de esto es lo primero que quiero hablar.

A partir de aquí se inició un camino de 5 meses de entrenamientos de todo tipo, pilotados por Víctor Saavedra. Precisamente este año se cumplen ya 10 años que me acompaña en mis locuras. Como cada año ha sido vital en muchos aspectos, como por ejemplo, conseguir evitar las lesiones y hacer que dentro de lo duro, los entrenamientos fueran diversos y diversificados. GRÀCIES VÍCTOR! Una més a la saca! ¡Contigo emmmmpezó todoooo!

(ejemplo de entreno semanal)

A la vez, otra participación fundamental ha sido la de Marta Cot. Por primera vez he tenido al lado una experta en nutrición deportiva, con la que he estado 1 año para afinar peso y condición física. Además me estructuró todo el  plannig km. a km. de comida, bebida, sales y suplementos. Para muestra, la foto de la «chuleta». GRÀCIES MARTA!.

Pues efectivamente han sido 5 meses duros de entrenamientos casi diarios en los que he sumado más de 1.500 km. corriendo, pero a la vez con la mirada puesta en el objetivo de, como dice el slogan de la carrera: «ser leyenda».

Otro aspecto diferencial a otros retos, al margen de la nutrición, es la preparación de material y todo lo necesario para poder correr durante mucho tiempo. En estos meses he probado zapatillas, calcetines, mochilas, palos, pantalones, reloj, gafas, gorra, auriculares, etc. En fin, todo un mundo de material casi infinito que derriban por completo aquello de que «correr es el deporte más barato».

A medida que avanzaban los meses, también incrementaban los nervios, unidos con una sensación de «feina ben feta». Cumplía con los entrenamientos y sobretodo iba entrenado la comida y bebida. También incorporando en la dieta nuevos «elementos» como el magnesio, la proteína o los BCAA.

Dada la distancia, al menos quería asegurar que todos los «kpis» estuvieran con buenos datos. De esta forma, reducir las eventualidades o sorpresas al mínimo, que ya es mucho en una carrera de 85 km., en las que te puede pasar de todo.

Y llegó la semana previa a la carrera. En plena época de convivencia con el coronavirus, no podía faltar los cambios y actualizaciones de última hora, así como las informacions acerca de PCR’s, antígenos etc.

Con todo ello, aterrizamos en Menorca el viernes 21 de mayo a las 12h. después de superar todo los «obstáculos» de aeropuertos, vuelos, controles, coches de alquiler etc. Pero con todo ok, nos plantamos en nuestra querida isla. Cada vez que la piso, tengo esa sensación de «estar donde quieres estar». En esta ocasión además de «paz», convivía conmigo un nudo en el estómago, la «anaconda» de la carrera. En pocos minutos llegamos a casa de mi tía Isabel en Maó, donde ¡no podíamos estar más cómodos!

Después de comer proteína y seguir cargando hidratos, fuimos a buscar el dorsal a Ciutadella. Quién ha corrido grandes carreras conoce ese ambiente previo, de tensión, de nervios, mezclados con ilusión, locura y respeto. Esto me lo repetía casi cada día: «a disfrutar, pero con respeto, que son muchos kilómetros».

 

 

 

 

 

 

Mucha emoción ver como mi hijo Nico se implicó todo el día e incluso hizo su «story» en Instagram para animarme. A veces pienso en si estas locuras son un buen ejemplo para ellos. Espero que se empapen de lo bueno: el reto, la persistencia, no abandonar a la primera, el esfuerzo, etc.

Con el dorsal en la mano, sólo quedaba cenar bien, descansar y esperar a que el despertador (a las 4:30 am) sonara para dirigirnos a la salida. Todo preparado y a dormir. ¡Confesaré que el mapa me lo sabía de memoria!

La noche pasó rápidamente, pero con sensación de haber descansado. Esos famosos «kpis» seguían en su sitio. Apuramos las últimas ingestas en casa para desayunar y con Anita de supporter nos dirigimos a la salida en Es Castell. En esos momentos los nervios estaban a flor de piel. Justo salían los corredores de la larga y los 200 locos y locas nos metíamos en el campo de futbol para ponernos en fila y a correr. Este ya era un punto sin retorno. Aquí ya empecé a dibujar la meta. Me esperaban 85 km. de quién sabe qué, pero tenía claro que lo quería disfrutar. El esfuerzo para llegar a punto a ese momento había sido de tal calado, que no podía pensar en nada más que en el «sal y disfruta» del maestro Johan (el famoso «saldefrutas»). Anita me daba el último beso y a por ello.

Todo era «ideal». El tiempo, las ganas y las sensaciones. De repente empieza a sonar el himno de la carrera y aparece la piel de gallina a la vez que las piernas se empiezan a mover. ¡Empezamos! Veo a Anita que me graba y ya pienso en que tengo ganas de llegar a Sant Tomás (mitad de carrera) para volver a verla y comentar la jugada.

Pasan los primeros kilómetros con el puerto de Maó a la izquierda y rápidamente nos metemos en tramos difíciles, pero donde se puede correr bien. Me encuentro bien, a mi ritmo, viendo como poco a poco me voy adelantando a los tiempos de paso previstos. Sant Esteve, Alcaufar, primeras calas completemante desiertas. Brutal.

Con el sol en la espalda llegamos a Punta Prima racionando la bebida para llegar bien al avituallamiento de Binibeca. Aquí ya me encuentro a los de la larga, que poco a poco vamos adelantado. No dedico mucho tiempo, pero si que relleno bidones, como el plátano y seguimos.


Foto by Siscu Pons

El siguiente paso fue pensar en el km. 30. Pasando por la olla y la cala de Binisafua todo se hace más ligero. Pero la cosa cambió un poco al pasar por el primer tramo de interior. En este momento veo la primera caída de un corredor, por suerte no tiene mayor consecuencia. Seguimos rumbo a Cala’n Porter con un grupo de 7 corredores más o menos del mismo nivel. Al llegar al avituallamiento sigo la misma rutina y ya me pongo como objetivo la mitad de carrera en Santo Tomás.

En este punto piensas que faltan 55 km. Por lo tanto, que eso «ya casi lo has entrenado». Aún y así, sigo prudente para no «quemarme». Van sonando canciones de la lista TMCS85 de Spotify hecha para la ocasión. El tramo lo conzco bien. Espero con ilusión llegar a Lucalarri, cala que recuerdo del verano anterior en una salida con mi hermano Xavi y mi cuñado Uri y que es la previa a Son Bou. Aquí empieza a picar el sol y se hace un poco pesado el trozo de asfalto hasta enlazar con un tramo fácil hasta Santo Tomás. En estos momentos el grupo es de 4 personas incluido un corredor de la larga. Espero con ilusión llegar al avituallamiento para ver a Anita y para refrescarme y coger fuerzas. Lo cierto es que en ningún momento pienso que ya llevo más de una maratón de trail.

 

 

 

 

 

 

En este punto de la carrera (km. 44) se agradece ver a tu mujer totalmente comprometida con el reto. Fue el momento de reponer fuerzas, recolocar los zapatos, calcetines, beber coke, etc. Se hace raro parar 15 minutos, pero es cuando realmete te das cuenta de que estás en una ultra.

No era consiciente que empezar de nuevo a correr significaba ir a por la meta. En este punto recordava algunos mensajes que iba recibiendo en el proceso de preparación de gente que no dudaba en que lo iba a conseguir. Ese momento era el relevante para «volver» a correr. El trayecto hasta Cala Galada es bastante bonito. Pasamos por toda la zona interior de Trebalúger (sin llegar a ver la cala, una de mis favoritas), pero con un trote ágil. En la cala Mitjana si que vemos la famosa arena blanca y el mar para en pocos minutos entrar en la urbanización de Cala Galdana. En los tramos de bosque encuentro a dos amigos uno de los cuales tiene problemas en el isquio. Más adelante abandonará.

Es en Cala Galdana donde ya veo tres personas con problemas para seguir. Aquí con 55 km., restan 30 km. (¿2 de 15 km., 3 de 10 km.? ; todo ejercicio mental es válido para seguir).

Estos kilómetros que quedan por delante los hago totalmente solo. Ni adelanto, ni me adelanta nadie. Una sensación extraña que hace que le de mucha importancia a la música y a cada persona que me cruzo que normalmente aplaude y anima. Paso por un episodio muy divertido cuando cruzo el chiringuito de Macarella en el que se forma un pasillo de gente (con cervezas en la mano) que me animan como si fuera un profesional.

Sigo mi ruta a Son Saura cuando en una zona muy solo y cerca del mar, me ataca una gaviota. Entiendo que defendiendo su nido. Pero no hace especial gracia. Justo después aparace de la nada uno de estos fotógrafos impagables que lanza esta instantánea:

Llego a Son Saura. Llevo 65 km. Quedan 20 km. Parece que lo tengo hecho, pero nada más lejos de la realidad. Antes Anita me ayuda mucho a rellenar, beber más y sobretodo me hace una pregunta clave: ¿A qué hora nos vemos en meta entonces? En ese momento veo que no hay más remedio que llegar. A seguir.

 

 

 

 

 

 

 

 

En consecuencia, empieza una carrera de 20km. con una parada en el Cap d’Artruitx en el km. 8, es decir, en el km. 73 de la ultra. En este tramo me pasa casi de todo por la cabeza: esto se hace largo, no conozco la zona, calor, sin teléfono, etc. Pero gracias al «buen» beber y «buen» comer, mantengo bien el tipo y llego al siguiente avituallamiento. Ha habido un tramo muy difícil, aquella sensación de correr como puedes, más con la cabeza que con las piernas. Pero ya «sólo» quedan 12 km.

En el avituallamiento me animan mucho; todas las personas voluntarias se merecen un 10. Me avisan que de estos 12 km., 7 km. son «difíciles», vaya, que no son agradables para correr. Y no me engañan. Hasta el km. 80 lo paso mal. De hecho, en algún momento, con el calor y estando solo durante muchos kilómetros, me da una «pájara» en la que tengo cierto vértigo, quizás como una sensación de «agorafobia». Música, beber y comer es la solución hasta llegar a una zona más urbanizada donde ya no paro.

Estos últimos 6 km. ya los corro pensando en lo «loco» del reto. En ningún momento de la carrera miro el reloj. Pienso en que canción me tocará llegando. El subidón es máximo entrando en Ciutadella, bajando por el puerto, cruzando S’Amarador y subiendo la última rampa. Aquí me guardo los auriculares para notar el ambiente de la llegada. Abro la valla, cruzo la meta. Oigo a Anita gritando, al speaker diciendo mi nombre. Lloro. Como dice el slogan: «soy leyenda».

Después de unos primeros minutos muy aturdido entre llantos, gritos, música, etc. me empiezo a recuperar y me abrazo con Anita.  Sigo sin creémelo mucho. Me acompañan a recoger la medalla y a hacerme una foto con ella. Me voy recuperando.

A los 5 minutos ya lo veo claro, ¡he acabado una ultratrail de 85 km. en 12h.! De hecho alguno más:

 

 

 

 

 

 

 

¡Lo hicimos Anita, lo hicimos!

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Me gustaría destacar la impecable labor de los voluntarios en todos los avituallamientos, información, salida, llegada, recogida de dorsal etc. También agradecimientos a la organización, a Otso y Elitechip. ¡Sois brutales»

Por último no me quiero olvidar de dar las gracias a amigos, amigas y familiares que me han animado, soportado, ayudado y felicitado en todo momento. Mención especial a Pedro Clapers por su generosidad en dejarme su super Garmin Fenix 6xPro (gadget con batería suficiente para aguntar las 12 horas). Te lo devuelvo esta semana 😉

Ahora a disfrutar de lo vivido, a mantener la forma y a pensar en nuevos retos ¿Quizás el Camí Nord Anita? jajaja.