2 maratones, 2 deportes, 2 finishers

Ahora que nos acercamos ya al final del quinto mes de 2017, me hace ilusión mirar atrás y disfrutar un poco de lo planeado y conseguido. Como dice el gran Víctor Küppers: «a veces hay que parar … porque si paramos, reparamos». Estamos demasiado metidos en el día a día, en ir poniendo «checks», en planear «next steps», pero de vez en cuando vale la pena poner el freno de mano y reflexionar.

Por todo esto, me apetece escribir acera de los dos primeros retos del año que he podido cumplir. Por un lado la Zurich Marató de Barcelona, «mi maratón» de asfalto; por el otro, la Marató del Cap de Creus, algo más que una maratón, tanto por el kilometraje como por la intensidad, localización y dureza.

Ambos retos tienen cosas en común:

  1. La distancia. Con estas ya son 9 las maratones que llevo conseguidas y sigo  teniendo un gran respeto a la distancia (por cierto, creo que vale la pena mantener siempre este respeto). En 42 km. (o más) puede pasar de todo: buenos momentos, «pájaras», calor, viento, frío, rampas, llagas, buenas sensaciones, bloqueos de piernas, bloqueos mentales, etc. Mejor estar preparado para todo.
  2. El entrenamiento. Ambos retos deben prepararse bien y siempre desde la prudencia. Tengo la suerte de no tener lesiones o, al revés, igual entrenar bien, con cierta tranquilidad, me las evita. En cualquier caso, una vez más, doy las gracias a Víctor … #contigoempezótodo. Las intensas sensiones en 10.01 Health Coach han valido la pena. Dos tipos de preparaciones para dos retos muy diferentes, pero … ¡lo hicimos!
  3. Running vs. trailrunning. Si la preparación es diferente también las carreras son muy diferentes. Las dos tienen el componente individual, porque al final son mis piernas, mi cabeza y mi corazón los que me llevan a la meta, pero sin duda también influye el trabajo en equipo. Por un lado, la Maratón de Barcelona no la conseguiría sin el apoyo incondicional de mi mujer Anita, mis dos hijos Nico y Pablo, amigos y amigas. Por el otro, bajo mi punto de vista, en los trails de montaña es indispensable ir en equipo. Por suerte desde ya hace más de 5 años ataco estos retos conjuntamente con Christian Palau (@cerkdti). Sin duda, sin su ayuda, no llego a la meta de Roses este año.
  4. La satisfacción de cruzar la meta y ser «finisher«. Al final, sea cual sea el tiempo empleado, el sufrimiento, el placer, no hay nada como llegar al final, levantar los brazos y pensar que una vez más se ha conseguido.

Marató de Barcelona (12 de marzo)

Este año las sensaciones previas eran de muy buena preparación, pero con el detalle de haber ganado algo de peso con respecto a 2016. Por lo tanto, el objetivo era conseguir una marca similiar a 3:24:49, pero sobretodo disfrutar al máximo. Más bien dicho, disfrutar al máximo y durante el máximo número de kilómetros.

El viernes, fieles a la cita, Anita y yo fuimos a recoger el dorsal y evidenciar el ambientazo de la maratón y lo que genera a nivel deportivo, social e incluso económico.

El domingo todo amaneció perfecto. Uno de mis miedos eran los 5 primeros km. ya que es cuando todavía no tengo el cuerpo «preparado» y muchas veces pienso «que estoy haciendo aquí». Pero, viendo los datos, al final fueron mis mejores 5 km. en una maratón (con parón incluído para hacer pipí).

A partir de aquí es cuando realmente empieza el disfrute (además con un clima perfecto): Diagonal, bajada hasta la Gran vía, primer encuentro con Anita y los peques en Passeig de Gràcia, Sagrada Família, todo rodado hasta San Andreu. Allí, un repentino cambio de tiempo con algo de viento, humedad y tiempo «gris» … pero recupero hasta Diagonal Mar, donde recibo el ánimo de mi amiga Mireia, siempre fiel a mis retos. Los km. van pasando y el ritmo es algo parecido al año pasado, quizás con algunos segundos más por tramo. En el km.34 de nuevo están animando como locos Anita y los peques, que incluso corren conmigo unos buenos 300m.

El «hombre del palo» llega en el km.38. Justo en el avituallmiento de corredors.cat empiezo a notar bloqueo en las piernas. Tarde para comer, pero intento hidratarme al máximo. Consigo ir tirando hasta el Paral·lel donde empieza a trabajar la cabeza. Ya no me para nadie y aunque sea lentamente llego a la curva del km.42 para disfrutar los últimos 195m. con Nico y Pablo entrando por sexta vez consecutiva, y de nuevo con lágrimas en los ojos, en la meta de Barcelona con 3:31:20. 6 maratones seguidas en mi ciudad no lo puede decir todo el mundo.

Ya con la medalla en el cuello, voy recuperando un estado normal y lo celebramos los 4 en el restaurante KUO.

 

 

 

Trail Cap de Creus (7 de mayo)

Justo el día en que abrieron las inscripciones Christian y yo nos apuntamos de nuevo a la Marató de Cap de Creus. Este año de 45km. por un entorno brutal, diría que unos de los paraísos para el trailrunning. En poco más de 45 minutos se agotaron las inscripciones, con lo que todo indicaba que la gente de Klassmark lo había vuelto a clavar.

Como he dicho antes, después de una preparación específica para esta carrera y ya con el inicio de una dieta destinada a mejorar mi rendimiento, el sábado 6 subimos a Roses a recoger el dorsal, cenar algo de pasta y descansar, porque teníamos por delante una jornada larga y dura.

El domingo se levantó caluroso y, extraño para la zona, con muy poco viento. Todo indicaba que la hidratación sería clave. Después de un desayuno en el hotel, montamos todo el equipaje, que no es poco y fuimos hacia el arco de salida a calentar un poco. Caras bastante serias entre nervios y ganas de empezar ya a rodar.

A lo lejos vemos por donde tenemos que «morir» y efectivamente 11 km. y casi 2 horas después estamos en el pico que se puede ver en la foto. Subida muy larga, dura y con tramos de ir a gatas. Yo me encuentro muy bien y trato de animar a Christian que pasa un mal rato subiendo por bloqueo total de piernas.

Las vistas arriba son brutales. Es lo bueno que tiene el trailrunning, que puedes y debes parar a disfrutarlas.

Pasamos por Sant Pere de Rodes y realizamos la bajada hasta Port de la Selva. Esta primera bajada la paso bastante bien e incluso bajo con cierta soltura. En Port de la Selva sí hace algo de viento pero hay un buen habituallamiento.  Volvemos a subir y bajar un par de calas para llegar a la bajada hacia Cadaqués. Este tramo se hace algo largo, pero es cuando conseguimos ponerle bastante ritmo ya que Christian se recupera. Los dos estamos on fire. Preveemos hacer una buena marca.

Pero lo que decía de las carreras largas, yo en la bajada empiezo a notar algo de dolor en los pies, como un picor, pinchazos. Me temo lo peor, pero sigo hasta el km.29, donde hay el habituallamiento de Cadaqués. Allí, ya saco los palos porque se avecina un muro importante y los pies se van poniendo peor. En pocos instantes, ya sobre el km.32 noto que son dos llagas, una en cada planta del pie que hacen que las bajadas sean verdaderos suplicios.

Empiezo a ser un «lastre» para Christian, pero a la vez me supone un reto seguir. Pasamos las calas Jóncols y Montjoi, donde hay el último parón para reponer agua y comer algo. El dolor ya es casi insoportable. Queda un subida brutal hasta el Pla de les Gates (km.42) y lo peor, una bajada de casi 3 km. técnica y con mucho desnivel. Los últimos km. los bajo como puedo, casi sin apoyar los pies a ritmo muy bajo y con lágrimas de dolor, pero lo único que visualizo es la meta. Los ánimos de Christian y su paciencia hacen que lleguemos a los últimos 500 metros en plano para entrar en la meta del polideportivo en 8h 30 minutos. Mucho más de lo esperado, pero con la sensación de haber vuelto a hacer una proeza. Me quedo de nuevo con nuesta persistencia y cabezonería y con el trabajo en equipo.

En la llegada, tengo que «repararme los pies» en la ambulancia de la Cruz Roja. Las llagas son del tamaño de dos pelotas de golf y el dolor es intenso. Os ahorro las fotos (si hay algún/a dermatólogo/a o podólogo/a se las envío sin problema). Por suerte, no nos impide bajar a Sant Cugat y Barcelona con normalidad. Eso sí, con la pertinente «caravana» en la AP7 que, os puede asegurar, que con 45km en las piernas sienta bastante mal. Pero la alegría y la camiseta de finishers lo compensa todo.

Ahora cuando escribo han pasado una semana y 1 día, he recuperado los pies y he vuelto a correr 13 km. por la ciudad. Después de 7 días en el dique seco por las llagas, ha sido un verdadero placer.

¡Esto de correr no tiene fin!